A dos décadas del inicio del siglo XXI, ya nadie duda de que el mundo de la música ha cambiado de manera radical en los últimos años, y todo parece indicar que la forma en la que las personas crean y escuchan música ya nunca será igual.
Sin lugar a dudas, el cambio más importante desde la invención del gramófono se ha dado de la mano de la digitalización de la música. Las diferentes maneras de grabación, que comenzaron en el siglo XIX, fueron haciendo cambios sustanciales, pero ningún cambio fue tan dramático como el producido por la revolución digital de la música. Esta revolución comenzó con la invención del sonido digital, que se popularizó en las décadas de 1980 y 1990 de la mano del disco compacto, y dio un salto cualitativo inesperado con la llegada de la internet y la digitalización de todas las comunicaciones, ya entrado el siglo XXI.
La explosión del audio digital
La posibilidad de digitalizar el sonido y de reducir notablemente el tamaño de los archivos de audio, de la mano de nuevos formatos como el mp3, unida a las nuevas tecnologías que permitieron la transmisión de grandes paquetes de datos digitales a alta velocidad, dieron lugar a una verdadera revolución en las maneras de consumo y distribución de la música.
Este proceso fue tomando diferentes formas desde el comienzo del siglo, de la mano de los avances tecnológicos y de los cambios en el consumo de las nuevas generaciones. Lo que comenzó como un fenómeno aislado o simplemente novedoso, conectado a la idea de «piratería» por parte de la industria musical, fue extendiéndose cada vez más con el paso del tiempo. El intercambio de archivos, las páginas de descargas ilegales, las plataformas de compra de archivos digitales, y otros fenómenos similares, han sido algunas de las facetas que tomó este nuevo rumbo en la manera de consumir música. Eventualmente llegaría otro modelo, que ha logrado afianzarse de la mano de la telefonía móvil: el streaming.
El streaming como nuevo paradigma
Una vez más, la unión de diversos avances tecnológicos se tradujo en el afianzamiento de un nuevo modelo de consumo en el mundo de la música, que ya se ha transformado en el principal modo de escuchar de millones de personas, especialmente las más jóvenes. La capacidad de procesamiento de los nuevos teléfonos móviles, junto con la extensión de las redes de alta velocidad, han hecho que incluso las descargas de archivos se hayan transformado en una excepción a la regla.
Hoy en día, la forma de consumo musical más extendida en el mundo ya es el streaming, a través de plataformas pagas, gratuitas, radios digitales, y nuevos formatos que son testeados constantemente. La forma de escuchar música hoy ya es radicalmente diferente a la existente apenas un par de décadas atrás, y nadie sabe realmente qué cambios traerá el futuro próximo.